miércoles, 12 de enero de 2011

La atracción y el metahumano (a.k.a. el perrucho)

Existen dos formas básicas de atracción en un humano, pero hay una en específico que es la que hace que el perrucho se diferencie de cualquier otro humano. Llamémosle un metahumano, porque el perrucho va más allá de ser cualquier ser humano. Aclaro que no estoy haciendo teorías ridículas como la memorable raza cósmica de Vasconcelos, no se trata de ser mejor, se trata de ir más allá de las particularidades del reino animal, lo cual no es mejor ni peor a ser humano, simplemente es "otro asunto".


Hay veces en que como humanos racionalizamos nuestra vida sexual y la hacemos llamar “la vil atracción animal”, refiriéndonos en ese caso no a la necesidad básica que tiene el reino animal de reproducirse, sino al irresistible deseo del cuerpo ajeno. En realidad los animales no desean, simplemente aparece en cierto momento del año una etapa de reproducción, en la cual, dependiendo la especie, el macho o la hembra cortejan al de la parte contraria. El animal cortejado suele elegir, de un grupo de cortejantes, al más fuerte (todo esto a base de su instinto). Esos actos carecen de sentimentalismos y apegos especiales, simplemente ocurren de la forma más simple que puede haber: se cortejan, reproducen y despiden. La vida sigue su curso. En ese esquema básico reside la comparación que hace el humano para poder decir que un encuentro sexual es “vil atracción animal”.

¿Pero entonces qué es la atracción humana?
No intento definir amor como atracción humana, sino me refiero a algo muy lejano al amor, pero que a la vez es paralelo. La atracción animal suele parecerme demasiado básica. Lo que diferencia al hombre del resto de los animales es su capacidad de razonar, pero también la capacidad que tiene para sentir. La sensibilidad, la percepción, la razón y lo universal. Hablar de “vil atracción animal” es hablar banalmente de particularidades. El hombre, por estar sujeto a la razón, tiene la imposibilidad de resumirse en una particularidad, como lo es la reproducción animal. Quien resume su vida sexual en particularidades se convierte automáticamente en un animal, y no lo digo como algo malo, pero ¿realmente tiene sentido permitirse solamente una forma de satisfacción? Creo que ahí es donde debemos entender la atracción humana, cuando más allá del cuerpo deseamos lo que hay dentro de él. Más allá de la caja toráxica, más allá de la superficie craneal. A lo que ningún filósofo, científico o psicólogo (no considero a estos últimos científicos) podría llegar. ¿Qué es? Eso no lo puedo decir, cada uno de nosotros, los humanos, entramos en un universo en el cual la centésima parte de la milésima parte de nuestro ser es particular. Hay que llegar a ello, el perrucho debe ir más allá de la “vil atracción animal”, para poder entenderse como un humano, o mejor aún, como un perrucho (lo cual es como ser metahumano). En ello reside el arte de ser perrucho, la idea no es coleccionar parejas, sino entrar, explorar y conocer cada una de estas partes que diferencian a estas parejas, por llamarles de alguna manera.

1 comentario:

  1. Definitivamente la leeción de esta semana para el perrucho es: CALIDAD

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